domingo, 11 de mayo de 2025

Se corre mal con un niño en brazos.

Durante la lectura de la última novela de Arturo Pérez-Reverte, La isla de la Mujer Dormida, que, por cierto, estoy disfrutando más que la anterior, y en un diálogo entre el protagonista, Miguel Jordán, y el propietario de la isla, el barón Katelios, éste último dice:

«…En cualquier caso, a las mujeres suele convenirles un hijo, pues pueden utilizarlo como arma defensiva y ofensiva… Pero tal vez en tiempos inciertos sea prudente no tenerlos. Se corre mal con un niño en brazos mientras arde Troya, ¿no cree?... Y todo parece a punto de arder, ahora.»

Como con tantas otras frases, o largos párrafos como es el caso de ahora, que me llaman la atención nada más leerlas, me apresuré a subrayarlo —soy mucho de subrayar, hasta tal punto que cuando leo casi siempre tengo un lápiz en la mano o cerca, e incluso lo utilizo como marcapáginas—. Inmediatamente me hice la observación mental de que se trataba de un texto muy del escritor, que incluso leído sin contexto se podría adivinar la autoría.

Tan seguro estaba de ello que me atreví a pensar que ya lo había leído en otra obra suya, pero ¿cuál? Tenía que ser en alguna que también tratara un tema bélico, pero ¿cuál? Si este hombre, todo lo que escribe, poco más o menos, siempre anda alrededor de una guerra.

Así que me puse a buscar entre todos sus libros con la seguridad de que si la frase, u otra muy parecida, ya estaba escrita, yo la tenía que haber subrayado, con lo que sería fácil de encontrar.

Apareció al segundo intento. El primer libro que ojeé, con relativa parsimonia, fue El italiano —buena novela, me gustó—, allí no estaba; a su lado en el estante descansa Línea de fuego —mejor que la anterior a mi parecer, muy dura a la vez que ideológicamente limpia—. En su página 419 el militar republicano Bascuñana le dice a la miliciana Pato Monzón:

—Hay épocas en las que es mejor estar solo, ¿no crees?... Se corre mejor sin un niño en brazos, sin una mujer de la mano, sin unos padres a los que dejar atrás…»

Es evidente que no se trata de las mismas palabras, pero sí del sentido de las mismas, que vienen a decirnos cuál es la mejor manera de sobrevivir en situaciones como esas, y cuál es la mejor compañía para hacerlo.

Entender que el autor se ha auto plagiado —en más de una ocasión he leído, de críticos no afectos a Pérez-Reverte, evidentemente, que éste siempre escribe igual y sobre lo mismo— me parece una maldad, el académico se ha limitado a recurrir a una frase funcional y efectiva. Tanto es, que conmigo, en cierto modo, ha resultado.



domingo, 16 de febrero de 2025

«Esto también es memoria histórica»

Leído por ahí:
Lo que algunos escriben y me gustaría haberlo hecho yo.

Goya 2025

El discurso ganador dedicado a las víctimas de ETA que incomodó a Sánchez: «Esto también es memoria histórica»

María Luisa Gutiérrez, productora de La infiltrada, una de las dos ganadoras del Goya a la mejor película pronunció un valiente discurso


María Luisa Gutiérrez, productora de La infiltrada, durante su valiente discurso al recoger el Goya a la mejor película

Jorge Aznal

09/02/2025

El sorprendente final de la gala de los Goya 2025, con el Goya a la mejor película compartido por El 47 y La infiltrada, nos regaló el mejor y más valiente discurso de la noche: el pronunciado por María Luisa Gutiérrez, productora de La infiltrada, en favor de las víctimas de ETA.
«Los cuatro productores queremos compartir este premio con la infiltrada real y con todos los que, como ella, arriesgan su vida al final por el bien común y por defender los principios de la democracia. La democracia se basa en la libertad de expresión. Y la libertad de expresión se basa en que cada uno, piense lo que piense, y aunque yo esté en las antípodas de lo que piensas tú, que te respete y que tú tengas el derecho a decir lo que piensas», aseguró, decidida, María Luisa Gutiérrez.
«También lo queremos compartir con la familia Ordóñez y con la Fundación Víctimas del Terrorismo, con COVITE, y con todas aquellas víctimas reales que han visto la película y que, a pesar del dolor que han sentido, nos han dado las gracias porque es una historia que hay que recordar. Porque la memoria histórica también está para la historia reciente de este país», recordó la productora de La infiltrada.
«Por último, quiero compartir mi trocito de Goya con Santiago Segura porque nuestra empresa hace comedias familiares que hacen mucha taquillas y gracias a ellas podemos hacer películas arriesgadas como esta. En una industria sana se necesitan los dos cines. Uno no puede vivir sin el otro», señaló María Luisa Gutiérrez, valiente también en ese punto de su admirable y admirado discurso por numerosos usuarios de la red social X, antes Twitter.
«Por primera vez en el mundo woke del subvencionado cine español se oye el discurso contra ETA, ante las mirada atónita de los progres y sus cobardes aplausos. La infiltrada, la película mas taquillera del cine español y dirigida por una mujer», publicó el historiador Josep Ramon Bosch i Codina.
«Pues esta SEÑORA, productora de la ganadora La infiltrada, ha hablado de la libertad de expresión y la tolerancia a la opinión de los demás, ha recordado a las víctimas del terrorismo (con muy pocos aplausos), y ha hablado del abandono que sufren los agricultores. OLÉ POR ELLA», reflejó la cuenta MásSolaquelaLuna.
El atronador y ejemplar discurso de María Luisa Gutiérrez, más aplaudido en las redes sociales que, tristemente, en la propia gala de los Goya por el sectarismo que define a una amplia mayoría –no a todos– del cine español, ha sido defendido incluso por un concejal socialista como el coruñés Fran Díaz Gallego.
«A mí alguien me tiene que explicar que hay de malo en este discurso… ¿Qué parte de todo lo que dice tiene algún problema?», se preguntó Fran Díaz Gallego ante algunas duras críticas vertidas en la red social contra las palabras de María Luisa Gutiérrez. Lo hizo, además, acompañando su mensaje de la etiqueta '#comoestánlascabezas'.
María Luisa Gutiérrez coronó su ejemplar discurso de agradecimiento por el Goya a la mejor película a La infiltrada, ex aequo con El 47, compartiendo el galardón con «mis colegas los productores independientes, que hacen apuestas arriesgadas por películas que quizás no tienen un rédito en taquilla, porque la cultura no tiene que tener solo un rédito en taquilla, pero que luego van viajando por todo el mundo como marca España».
La productora terminó con un agradecimiento que calificó como «muy personal». «A mí los estudios me los ha pagado la agricultura. La agricultura y los ganaderos de este país lo están pasando mal. Nadie habla de ellos, son invisibles. El campo lo está pasando mal y sin el campo, aquí no tenemos nada», reflexionó la productora. Y, por último, dedicó su «trocito de Goya» a su pueblo, Yunquera de Henares, en la provincia de Guadalajara, y su familia. A su padre y a sus hijos, «que han tenido que sufrir mis ausencias». Lo mejor, más valioso y más valiente de la gala de los Goya 2025 esperaba, definitivamente, al final
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https://www.eldebate.com/cine-tv-series/20250209/discurso-ganador-dedicado-victimas-eta-incomodo-sanchez-esto-tambien-memoria-historica_268635.html

domingo, 12 de enero de 2025

Lo caliente está a gusto de todo el mundo.

Traigo hoy una frase que no es un refrán ni una expresión de uso común, y que siempre que la he oído ha sido en boca de mi madre y en el mismo contexto. He intentado encontrar otros en los que encuadrarla con un uso que tuviera lógica y no me ha sido posible, me parece que son inexistentes. Por lo que podría decir que ésta sí que es un auténtico “decía mi madre”.
El contexto en que siempre se la escuché fue con un servidor de protagonista, cómo no: Plato de comida en la mesa, sopa, por ejemplo, o la leche en el desayuno, todo ello muy caliente, seguido de mi inmediata queja por no poder tomármelo al instante. A lo cual ella me hacía poco caso y se limitaba a contestar un «pues te esperas, que

lo caliente está a gusto de todo el mundo»

Y entonces iba yo y me esperaba, y trataba de ganar tiempo soplando —pfff, ¡buaj!— o moviendo con la cuchara el elemento que fuera para que se aireara.

Cuando me hice mayor y comencé a consumir regularmente, sobre todo café, en establecimientos públicos, observé que algunos clientes, al poco de que el camarero les sirviera su bebida, pedían un vaso vacío para enfriar, y dedicaban unos instantes a trasvasar el líquido de un vaso a otro para que aquel se aireara y así adquiriera una menor temperatura. Otros optaban por pedir también otro vaso, pero esta vez con agua fría, la cual bebían y a continuación procedían con el ritual del trasvase, ahora con un vaso que ya estaba frío por el agua que había contenido, con lo que el proceso de enfriamiento se aceleraba. Pero casi nadie esperaba tranquilamente a que el café se enfriara de manera natural.
Cada vez que veía todo aquello recordaba la frase de mi madre, sobre la que hace tiempo deduje su significado y le adjudiqué su justo valor, que no es otro que el uso de un corto e insignificante espacio de tiempo, o de espera, para atemperar la comida. Apenas unos gramos de paciencia.
Sin embargo, no creo que mi madre la utilizara, la frase, como lección para inculcarme virtud tan elevada como la paciencia. No, no creo. Lo suyo era mucho más práctico: si te gusta caliente y puedes soportar la temperatura alta, pues te lo tomas; y si lo quieres algo más frío pues esperas un par de minutos y ya está.
Conclusión: a todo el mundo se le puede servir la comida caliente o muy caliente. Pero jamás deberá suceder al contrario, pues en este caso el cliente optará por quejarse, «oiga, el café está frío», pondrá mala cara y el camarero, de mejor o peor gana, se llevará la bebida y la tendrá que recalentar.