Cuando he recordado la frase que hoy traigo aquí, me he dado cuenta que será la tercera que va sobre el mismo tema. Porque a ver, si “lo tienes todo manga por hombro” y “un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio” hablaban sobre el relativo desorden que un servidor debió de tener para con sus cosas, ésta de ahora es análoga a las dos anteriores, viene a decir lo mismo. A pesar de ello no me resisto a dejarla en el olvido, porque es otro de esos Decía mi madre, recurrentes en mi vida, que me han perseguido siempre, en el mejor de los sentidos, cada vez que en casa o en el trabajo desaparecía el orden físico de las cosas y la mesa se transformaba en un montón de papeles que pedían mechero como única solución para restablecer la armonía.
Era entonces cuando mi madre, oportuna siempre, entraba en la salita chica y me espetaba un amenazante:
«Hay que ver, lo tienes todo al retortero»
Retortero, menuda palabreja de la que nunca me preocupó su significado exacto. Bastaba con recordar la frase para entenderla perfectamente y asociarla con el orden de las cosas, o mejor, con su ausencia. Cuántas veces, al verme invadido por libros, carpetas, revistas que se mezclaban con materiales y útiles profesionales o relacionados con alguno de mis entretenimientos, he pronunciado mentalmente o apenas bisbiseando la frasecita, para inmediatamente reordenar el campo y restablecer un orden que terminaría por desaparecer tarde o temprano; y así una y otra vez, hasta hoy. Bueno, hoy en día la cosa ha mejorado sustancialmente, que un ordenador hace mucho, y por eso lo llamamos ordenador.
Pero hoy me ha preocupado su verdadero significado, entre otras razones porque me apetece darle a la tecla, y no he encontrado mejor expresión asociada a mi madre y dirigida a mí —y tengo muchas— que la de retortero que, por cierto, tiene más alcances que el que creía conocido. Basta con entrar en el DRAE y leemos varios que, por cierto, nada tienen que ver con el que hoy trato. Esa ha sido mi gran sorpresa: los señores académicos obvian a la Sra. Consuelo y se van por los cerros de Úbeda definiéndola como «Vuelta alrededor» o «Cerco o mancha que rodea algo». Y continúan con expresiones coloquiales del tipo: andar sin sosiego de acá para allá, traerlo a vueltas de un lado a otro, y unas cuantas más que no vienen al caso. ¡Por Dios!, qué tendrá que ver una cosa con la otra.
Menos mal que hay otros que, entre sus variadas ocupaciones, también se dedican a lo mismo —significar palabras—, como es el caso de la Fundación BBVA que, a la vez que da la razón a la RAE, amplía y dice: «al retortero: en desorden o en forma revuelta». Ya está, ésta es en la que me reconozco, ni dar vueltas desasosegadamente, ni otras que leo por la red, como engañar con falsas promesas o fingidos halagos, o dar continuas y apremiantes ocupaciones a alguien para no dejarlo parar.
En definitiva, la palabra Retortero, si va precedida de la contracción al significa que yo lo tenía todo desordenado, desperdigado, desparramado por la mesa, mal colocada la ropa en el armario, amontonadas las cosas en los cajones y que de esa manera no había dios que encontrara nada.
En este instante, giro mi cabeza hacia la puerta de mi cuarto de estudio e intento imaginar a mi madre entrando y no diciéndome que lo tengo todo al retortero, porque, efectivamente, no lo tengo, que el tiempo y sus años me han reconducido a mejores costumbres y, en general, mi ropa cuelga ordenadamente en el armario, los cajones saben lo que contienen y el espacio sobre mi mesa permanece bastante más cuidado y despejado a como siempre estuvo.