«¿Qué, mirando a las musarañas?»
Apartándome de aquel estado y devolviéndome a la tierra y al quehacer abandonado.
Recuerdo que me tuvo, durante algún tiempo, un poco preocupado la preguntita, la cual tenía una variante con el verbo pensar: «¿Qué, pensando en las musarañas?». Y me preocupó porque no entendía, por desconocimiento, lo de las musarañas. Porque volvía a suceder y yo no había visto ni pensado en nada, la mente había estado vacía, ningún pensamiento; y la vista, la vista menos, todo había sido borroso, sin definición, como una fotografía muy desenfocada, si acaso unas manchitas que se movían. ¿Serían esas las musarañas?
Había que salir de dudas, en demasiadas ocasiones me había perdido con esas musarañas y yo no sabía qué o quienes eran. Tenía que averiguarlo.
«fig, y fam. Especie de nubecilla que suele poner delante de los ojos».
Eso era lo que me pasaba y a lo que se refería mi madre, yo me quedaba viendo unas nubecillas sin forma ni color. Pues ya está, eso era, eso era mirar las musarañas.
Sin embargo, como mi madre también se refería a mis pensamientos, porque me preguntaba sobre ellos y los relacionaba con las dichosas musarañas, pensé que debía haber algo más y seguí leyendo. Supe entonces que existían unos animalillos así llamados, parecidos a los ratones, pero que no tenían nada que ver con mi asunto.
Llegado al quinto significado lo encuentro:
«Mirar uno a las musarañas. fr. fig. y fam. Mirar a parte distinta de la que se debe por estar distraído».
Y en el sexto:
«Pensar uno en las musarañas. fr. fig, y fam. No poner atención en lo que hace o dice uno mismo u otra persona».
He de admitir que, a pesar de que entendí perfectamente el significado de aquella expresión, no le puse remedio, y mi madre debió de seguir despertándome en muchas ocasiones de mis embelesamientos, sacándome a veces de estados placenteros o retornándome a la realidad de la que me había apartado.
Con el tiempo ya no he tenido esos trances en blanco, creo que no, mi mente y mi sentido de la distracción actúan de otra manera, han madurado: cuando momentáneamente eludo una tarea, cuando la mente se me va, cuando me despisto, es como si me fuera a otro asunto, a otro tema que me preocupe o en el que me apetezca pensar y entonces incluso lo desarrollo, lo escribo, lo dibujo, lo sueño, Pero siempre hay alguien que me retorna, o un ruido o yo mismo. Qué faena.
En definitiva, que mirar musarañas ya no miro, y cuando pienso en ellas no las veo parecidas a los ratones, porque no son roedores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario