jueves, 21 de marzo de 2019

1964, 27 de mayo (2)

Creía terminada la entrada anterior, la referida a la ceremonia, cuando entre las viejas fotografías vi la que acompaña a esta instantánea y que por un motivo muy especial merece estar aquí. En ella destaca sobremanera la sacada de lengua de un servidor —técnicamente se llama glosectomía, y en este caso es casi total, sólo apuntarlo, sin comentarios—. Pero no es ése el motivo al que antes aludía, sino la identidad del oficiante, a quien me siento obligado recordar.

Se trata del mismo sacerdote que ofició la boda de mis padres y que también dio la primera comunión a mi hermano. Creo que lo habré visto durante mi vida, en dos ocasiones: la primera en este día que hoy narro, y la segunda, ojo a la historia, catorce años después en el campamento militar de Cerro Muriano, Mi madre me informó que don José Luis Casillas, que así se llamaba, era capitán castrense en el campamento, y que con toda la confianza del mundo lo buscara, y que con su mediación me enviarían a donde yo le dijera. Así que me informé de dónde estaba y fui a buscarle.

Lo reconocí nada más verlo, tenía gravada en mi mente la fotografía y él había cambiado poco: era un tipo alto, corpulento, muy moreno, no agraciado de facciones, y afectuoso durante la corta conversación que mantuve con él aquella tarde de noviembre de 1978. Le saludé y me identifiqué: “Me llamo Manuel Fernando, soy de Villanueva y…”. Cortó, con una sonrisa, mis palabras, y ante mi sorpresa, “anda, tú eres hijo de Consuelo, ¿cómo están tus padres?”, “bien, bien, verá yo…”, “no me digas, tú quieres que te den un buen destino”, “bueno, sí”. La conversación, no muy larga, siguió por caminos de trámite, cortesías, recuerdos a la familia y “no te preocupes, que yo me ocupo de lo tuyo”.

Cuántas veces habré dicho que mi vida, mi familia, mi profesión, prácticamente todo, ha resultado como es porque hice el servicio militar en Sevilla. Y esto fue así, simplemente, porque aquella tarde de noviembre, en Cerro Muriano, fui a hablar con el sacerdote que me había dado la primera comunión catorce años antes.

 

 

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