domingo, 13 de abril de 2025

Ciegos y sordos por voluntad propia

Leído por ahí:
Encontrado en una "red social" y atribuido a un tal Juan Manuel Jiménez Muñoz, del que desconozco todo, incluso si este texto es suyo.
He de decir que comparto lo que dice y que, por lo tanto, bien me hubiera gustado haberlo escrito yo.


CIEGOS Y SORDOS POR VOLUNTAD PROPIA.
Las cosas no son casi nunca absolutamente negras o absolutamente blancas: suele predominar la escala de grises. Eso ocurre en nuestro entorno personal, familiar, laboral, escolar, lúdico o religioso, y no digamos en el ámbito político, donde los representantes electos mienten más que hablan y donde ningún partido o sindicato está libre de culpa. Absolutamente ninguno.
Podría desarrollar, aquí y ahora, una larga lista de barbaridades perpetradas por los “hunos” y por los “hotros” desde que comenzó la democracia en España, pero estoy seguro de que dicha lista le parecería excesiva al aludido y menguada al oponente. Lo veo venir en los comentarios: “fascista de mierda, se te ha olvidado que Aznar nos metió en una guerra”, “rojillo de mierda, se te ha olvidado contar que Zapatero está a sueldo de Maduro”. Por eso es tan difícil encuadrarse decididamente en una sola opción política sin que caigan sobre ti no sólo los aciertos, sino sobre todo los errores de aquellos con quienes te has alineado a perpetuidad.
Yo, ciñéndome siempre a lo actual, he mudado varias veces de opinión en algunos temas políticos, lo cual es un signo de inteligencia siempre y cuando dichos cambios no ocurran cada medio minuto por intereses espurios. Lo dijo un filósofo cuyo no nombre no recuerdo: “rectificar es de sabios, y de necios hacerlo a diario”. 
Como mis lectores conocen, el voto no se da: se presta, y nadie nace con un sello en la frente que le obligue a comulgar con ruedas de molino durante toda la vida si “los tuyos” salen rana o si convierten el que ha sido tu partido en un estercolero o en una secta. Es más: lo que un día es aceptable, al año siguiente puede ser insoportable, y al siguiente del siguiente volver a ser aceptable. Y los seres humanos, que no somos robots ni marionetas, y que al parecer tenemos libre albedrio, podemos y debemos reaccionar a cada mudanza de acuerdo a la realidad del hoy, no a la vetusta del ayer ni a la ignota del mañana.
En mi perpetua escala de grises, he aprendido que existen dos preguntas cuyas respuestas pueden guiarme para elegir en cada momento aquello que parece éticamente mejor o mínimamente aceptable. Dichas preguntas son:

1– “¿Qué trayectoria personal han tenido quienes defienden la postura X?”

2–“¿La postura X genera consenso o división?

Creo, con toda humildad, que hacerse dichas preguntas concretas es mentalmente más sano y éticamente más robusto que actuar como un forofo futbolero del “viva el Betis manque pierda”, o como un teórico de la filosofía política que, falto de ideas y sobrado de ideología, no aterriza en el detalle. Porque un detalle no menor es, por ejemplo, que en su discurso de investidura Pedro Sánchez expresara su voluntad de “construir un muro” entre españoles y, para mayor burla de los ciudadanos, que el encargado de defender la moción de censura del Partido Socialista y de explicar desde la tribuna del Congreso la falta que nos hacía una nueva etapa de regeneración moral fuese el reconocido putero José Luis Ábalos, ya entonces voraz consumidor de chistorras, lechugas y catálogos VIP de señoritas en pelota. Sólo por eso, en mi opinión, ya estaría inhabilitado este Gobierno desde el punto de vista ético y estético, pues las dos preguntas anteriores, las que me sirven de guía, se contestan negativamente. Y esto debería ser así para el mundo mundial, salvo para quienes sean ciegos y sordos voluntariamente.
¿Y qué se puede decir de los dos hechos terribles sucedidos este fin de semana? Yo los he pasado por el filtro de mis dos preguntas y me sale que, en este momento concreto, me encuentro en el lado correcto de la Historia.
No sé si el lector conoce que, de muerte natural, un hijo de Satanás acaba de abandonar el mundo. Se trata de Jakes Esnal, uno de los tres etarras que, ya en plena democracia, voló la casa-cuartel de Zaragoza asesinando a tres guardias civiles y a ocho familiares directos, entre ellos a cinco niñas de corta edad cuyos pequeños ataúdes blancos todavía contemplo en mis peores pesadillas. Pues bien: a este hijo de la Gran Bretaña otros hijos de la Gran Bretaña le han despedido en su pueblo con un homenaje de órdago que incluía pancartas y gritos de viva ETA. ¿Quiénes? Muy sencillo: Bildu, el mismo partido político que, en el Congreso de los Diputados, sostiene hoy con seis votos al Gobierno de Pedro Sánchez. Insisto: sólo por eso, en mi opinión, ya estaría inhabilitado este Gobierno desde el punto de vista ético y estético, pues nadie debería viajar en el mismo barco que unos asesinos recalcitrantes. ¿Se podría creer a Bildu cuando dice que lamenta el genocidio de Gaza, cuando corta carreteras y boicotea la Vuelta Ciclista con el beneplácito de Sánchez? ¿Se podría creer cualquier cosa “progresista” que alumbren sus cabezas de chorlito? Por supuesto que no. Con esta mala gente, ni a cobrar una herencia. Y eso debería ser así para el mundo mundial, salvo para quienes sean ciegos y sordos voluntariamente.
El segundo suceso relevante al que me he referido más arriba es el discurso guerracivilista perpetrado este fin de semana por el tabernero-jefe de Podemos, cuyas cuatro diputadas (no lo olvidemos) sostienen también a Sánchez. Con un llamamiento explícito al Partido Socialista, el recaudador y líder de la secta de Galapagar ha dicho lo siguiente: “para reventar a la derecha española y a todos sus activos políticos aquí nos tenéis para llegar a donde sea necesario; pero para eso hay que tener agallas; vamos a por ellos de verdad”. Insisto: sólo por eso, en mi opinión, ya estaría inhabilitado este Gobierno desde el punto de vista ético y estético, pues con semejantes compañeros de andadura no se puede caminar. Y eso debería ser así para el mundo mundial, salvo para quienes sean ciegos y sordos voluntariamente.
Y, para terminar, me dirijo al tabernero-jefe de Podemos con las palabras pronunciadas en 1935 por el bueno de Julián Besteiro en un Comité Federal del Partido Socialista. Dirigiéndose a Largo Caballero, que desde 1933 llevaba predicando en público la conveniencia de una guerra civil para alcanzar la revolución marxista, le espetó lo siguiente: 

“Dices que una guerra civil es inevitable, e incluso necesaria. Pero a ver, compañero. ¿Qué garantía tienes de ganarla?”