jueves, 25 de mayo de 2023

Cada vez que meas te da una idea

Escribía en los anteriores «Decía mi madre» sobre mi pretérita condición de desordenado, y ahora, al sentarme delante del teclado y disponerme con otro, me doy cuenta, como no puede ser de otra manera, que la mayoría de aquellas expresiones iban dirigidas exclusivamente a mí. Que no imagino a mi madre soltando a otros las lindezas que me dedicaba.
Y al igual que la anterior, que con el tiempo he superado relativamente —puede existir el desorden, pero sin perder el conocimiento de la ubicación de las cosas—, sucede parecido con la opinión, sentires e ideas que uno ha tenido y tiene. Con catorce calendarios, la vida por delante y alrededores era de una manera; distinta pocos años después; radicalmente opuesto a todo lo anterior resultaban los pareceres tras conocer otros lugares y personas; y qué decir si quienes han modificado radicalmente tu vida son los hijos.
Así que siempre abierto y dispuesto al cambio, de manera natural, todo dentro del orden que el tiempo y el aprendizaje proporciona. Hasta ahí, bien.
Pero parece ser que un servidor debió de extremar esas condiciones, y desde edad temprana ya mostré síntomas de cambios precipitados en mis comportamientos puntuales, confundiendo a mi madre con criterios dispares y sin dar seguridad ante tal o cual convencimiento. De ahí que ella acuñara con precisión certera la frase:

«Cada vez que meas te da una idea»

Posiblemente la aserción, que inequívocamente estaba dedicada a mí, no sea suya. La conocería de antemano y había encontrado en su hijo una buena razón para utilizarla con frecuencia.
La imagino ofreciéndome algo, o pidiéndome una opinión, yo contestando inmediatamente y ella encantada con la respuesta, marchando a sus cosas o a llevar a cabo lo que aquella contestación conllevara. Tiempo después, más bien pronto que tarde, el parecer de antes se había tornado en otro con el consiguiente malestar por su parte y la posterior coletilla en la que se mezcla el mear y la idea. Y esto debió ocurrir con frecuencia pues la frase lleva implícita la reiteración. Y es que se orina con asiduidad.

El tiempo ha hecho, me ha hecho, que aquellas inseguridades hayan ido desapareciendo poco a poco, que las ideas más básicas y profundas no sólo no hayan cambiado, sino que se han afianzado aún más. Cuestiones políticas, sociales, morales, son las mismas desde hace años, sólo modificadas con leves matices por el paso del tiempo, las circunstancias que se viven y el conocimiento adquirido. Y, como no, también movidos por sutiles impulsos emocionales.
Hágase esto extensible a las pequeñas cuestiones domésticas, del día a día, donde la primera decisión es la que se tomará, porque la experiencia es la que te aconseja y el gusto ya está muy bien definido. Ante la duda, te tomarás un tiempo de reflexión, o con suerte se tendrá al lado a otra persona que decidirá o aconsejará, seguramente, por el acuerdo con el que uno terminará estando de acuerdo. La madurez te hace consentir y validar a otros; aunque, llegado el caso, también negarlos, pero motivándolo, sin acritud en la respuesta.
Y el tiempo será tan corto que no habrá que perderlo en pensar, en dudar, ni en cambiar de opinión. ¿O sí?

Lo que sea, pero pa’lante.

domingo, 21 de mayo de 2023

Bildu no incluye en sus listas a sesinos...

Leído por ahí:
Lo que algunos escriben y me gustaría haberlo hecho yo, porque es exactamente lo que pienso.



Bildu no incluye en sus listas a asesinos a pesar de su pasado: los incluye gracias a su pasado.

JORGE BUSTOS
Viernes, 12 mayo 2023

La portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua.

No lo entiendes. Te falta imaginación o te sobra ingenuidad para entenderlo. Bildu no incluye en sus listas a asesinos -con su nombre en clave de asesino- a pesar de su pasado: los incluye gracias a su pasado. Los incluye porque una porción tristemente numerosa de la sociedad vasca lleva medio siglo reuniéndose en el txoko o en la herriko a celebrar el vuelo de aquel coche, y ese preso que logró escapar, y la nuca abierta de una fiscal demasiado confiada, y el extenso charco rojo que dejó aquel autobús reventado donde viajaba el enemigo. Porque las bases de Bildu siguen pensando que un guardia civil, un concejal del PP, un columnista de EL MUNDO, una maketa con el hijo que ya no caminará o un militante del PSOE de ayer -el PSOE que los combatía- es un fascista. Y matar fascistas es una hazaña militar que no debe caer en el olvido, que debe ser honrada con bienvenidas y cargos, que debe ser remunerada con dinero público. Esta es la confesada mierda que Bildu fabrica en sus sesos intestinales y fluye hasta sus listas electorales, y tú debes ser capaz de mirarla y de llamarla por su nombre de mierda. Debes leer el titular «Ortega vuelve a la cárcel» en la cara de la portavoz del partido cuyo voto ha sido decisivo para investir a Sánchez y mantenerlo en el poder hasta diciembre, y más allá. Debes reconocer que la monstruosa inclinación a romantizar la violencia todavía es patrimonio ideológico de la izquierda; pero no de la izquierda molotov de escrache y casa okupa, sino de la izquierda institucional que cogobierna una democracia europea y de la izquierda cultural que recompensa a una reputada escritora cuando lamenta la ética de Camus y rechaza el humanismo de Castellio: «Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino que es matar a un hombre».

Claro que hay una escalofriante alternativa a tu perplejidad: tu complicidad. Oyéndote enfatizar la legalidad de Bildu no puedo descartar que lo que empezó como alianza táctica para completar una mayoría socialista haya terminado en ese amor enfermo que el secuestrado desarrolla por su captor. Ya proclamas que cualquier zulo mental regentado por un ultranacionalista periférico de extrema izquierda es más confortable que el Madrid de Ayuso, donde vives, trabajas y opinas. Pero no es Bildu el que ha cambiado, salvo para concluir con votos lo que inició con balas: eres tú quien ha corrido a abrazarlo.

Dicen que la primitiva tendencia al tribalismo reside en el cerebro reptiliano. Deben de tener razón, porque el tuyo se ha enroscado en un hacha.

https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2023/05/12/645e315b21efa01c458b45a3.html