Leído por ahí:

«Las cosas podían haber
acaecido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así».
«Él creía saber cuanto
puede saber un hombre. Leía de corrido, escribía para entenderse y conocía y
sabía aplicar las cuatro reglas, bien mirado, pocas cosas cabían en un cerebro
normalmente desarrollado».
«Los domingos y días
festivos, Paco, el herrero, se emborrachaba en casa del Chano hasta la
incoherencia… era la de olvidarse de los últimos seis días de trabajo y de la
inminencia de otros seis en los que tampoco descansaría».
«Bien decía Andrés, el
zapatero: cuando a las gentes les faltan músculos en los brazos, les sobran en
la lengua».
«Aquel valle significaba
mucho para Daniel, el Mochuelo. Bien mirado, significaba todo para él. En el
valle había nacido y, en once años, jamás franqueó la cadena de altas montañas
que circuían. Ni experimentó la necesidad de hacerlo siquiera».
«Muchas tardes, ante la
inmovilidad y el silencio de la naturaleza, perdían el sentido del tiempo y la
noche se les echaba encima».
«El ahorro, cuando se
hace a costa de una necesidad insatisfecha, ocasiona en los hombres acritud y
encono».
«Era la suya una
resignación estoica cuyos límites no resultaban nunca previsibles».
«…pescaban cangrejos a
mano, levantando con cuidado las piedras y apresando fuertemente a los
animalitos por la parte más ancha del caparazón, mientras estos se retorcían y
abrían y cerraban patosamente sus pinzas en un postrer intento de evasión
tesonero e inútil».
«Mi madre se murió de lo
mucho que le dolía cuando nací yo. No se puso enferma ni nada; se murió de
dolor. Hay veces que, por lo visto, el dolor no se puede resistir y se muere
uno. Aunque no estés enfermo, ni nada, solo es el dolor».
«El regreso, como antes la fuga, constituyó un acontecimiento en todo el valle, aunque, también, como todos los acontecimientos, pasó y se olvidó y fue sustituído por otro acontecimiento que, a su vez, le ocurrió otro tanto y también se olvidó».
«También las apodaban las Cacas, porque se llamaban Catalina, Carmen, Camila, Caridad y Casilda, y el padre había sido tartamudo».
«Los ricos siempre se encariñan por el lugar donde antes han sido pobres».
«Cuando la aviación sobrevolaba el valle, el pueblo entero corría a refugiarse en el bosque; las madres agarradas a sus hijos y los padres apaleando al ganado remiso hasta abrirles las carnes».
«Su natural tendencia le inclinaba a las hembras rollizas, de formas calientes, caídas por su propio peso, y exuberantes. Concretamente, hacia mujeres como la Josefa, duras, densas y apelmazadas».
«Esto es un castigo de Dios por haber comido el cocido antes de las doce».
«...de esto no tenía la culpa nadie, esa es la verda. Pero Daniel, el Mochuelo, intuía que los niños tienen ineluctablemente la culpa de todas aquellas cosas de las que no tiene la cula nadie».
«Además, al castigar a los alumnos parecía procurarle un indefinible goce o, por lo menos, la comisura derecha de su boca se distendía, en esos casos, hasta casi morder la negra patilla de bandolero».
«Los hombres que van buscando la mujer se casan en primavera, los que van buscando la fregona se casan en invierno. No falla nunca».
«Como otras muchas mujeres, la Guindilla mayor despreció el amor mientras ningún hombre le propuso amar y ser amada».
«...y Daniel, el Mochuelo, comprendía que dos cas no deben separarse nunca cuando han logrado hacerse la una al modo y medida de la otra».
«Al marcharte no debes llorar. Un hombre no debe llorar aunque se le muera su padre entre horribles dolores».
«Y se retiró de la ventana violentamente, porque sabía que iba a llorar y... cuando empezó a vestirse le invadió una sensación muy vívida y clara de que tomaba un camino distinto del que el Señor le había marcado, Y lloró, al fin».
De El camino, de Miguel Delibes.
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