Durante la lectura de la última novela de Arturo Pérez-Reverte, La isla de la Mujer Dormida, que, por cierto, estoy disfrutando más que la anterior, y en un diálogo entre el protagonista, Miguel Jordán, y el propietario de la isla, el barón Katelios, éste último dice:
«…En cualquier caso, a
las mujeres suele convenirles un hijo, pues pueden utilizarlo como arma
defensiva y ofensiva… Pero tal vez en tiempos inciertos sea prudente no tenerlos.
Se corre mal con un niño en brazos mientras arde Troya, ¿no cree?... Y todo
parece a punto de arder, ahora.»
Como con tantas otras frases, o largos
párrafos como es el caso de ahora, que me llaman la atención nada más leerlas, me apresuré a subrayarlo —soy mucho de
subrayar, hasta tal punto que cuando leo casi siempre tengo un lápiz en la mano
o cerca, e incluso lo utilizo como marcapáginas—. Inmediatamente me hice la
observación mental de que se trataba de un texto muy del escritor, que incluso
leído sin contexto se podría adivinar la autoría.
Tan seguro estaba de ello que me atreví
a pensar que ya lo había leído en otra obra suya, pero ¿cuál? Tenía que ser en
alguna que también tratara un tema bélico, pero ¿cuál? Si este hombre, todo lo
que escribe, poco más o menos, siempre anda alrededor de una guerra.
Así que me puse a buscar entre todos sus
libros con la seguridad de que si la frase, u otra muy parecida, ya estaba escrita,
yo la tenía que haber subrayado, con lo que sería fácil de encontrar.
Apareció al segundo intento. El primer
libro que ojeé, con relativa parsimonia, fue El italiano —buena novela,
me gustó—, allí no estaba; a su lado en el estante descansa Línea de fuego —mejor que la
anterior a mi parecer, muy dura a la vez que ideológicamente limpia—. En su
página 419 el militar republicano Bascuñana le dice a la miliciana Pato Monzón:
—Hay épocas en las que es
mejor estar solo, ¿no crees?... Se corre mejor sin un niño en brazos, sin una
mujer de la mano, sin unos padres a los que dejar atrás…»
Es evidente que no se trata de las
mismas palabras, pero sí del sentido de las mismas, que vienen a decirnos cuál
es la mejor manera de sobrevivir en situaciones como esas, y cuál es la mejor
compañía para hacerlo.
Entender que el autor se ha auto plagiado —en más de una ocasión he leído, de críticos no afectos a Pérez-Reverte, evidentemente, que éste siempre escribe igual y sobre lo mismo— me parece una maldad, el académico se ha limitado a recurrir a una frase funcional y efectiva. Tanto es, que conmigo, en cierto modo, ha resultado.